lunes, 6 de abril de 2015

La voz de la experiencia - Kitty


La voz de la experiencia II 


Qué duro es intentar transmitir la experiencia a los más jóvenes. Mocosos impertinentes, apenas una empieza a hablar, a compartir la sabiduría que le han dado los años, salen corriendo atrás del primer papelito que el viento arrastra.

Ingratos.

Así estamos. Una trata de transmitirles valores, códigos, los fundamentos de la dignidad gatuna. ¿Y qué recibe a cambio? Que la dejen maullando sola como si estuviera loca.

Decencia, dignidad, respeto, parecen palabras que ya no figuran en el vocabulario juvenil. En mis tiempos un gato joven sabía ubicarse, no contradecía a una gata mayor y mucho menos, MUCHO MENOS, se atrevía a levantarle la voz. Juventud perdida.

¿Adónde vamos a ir a parar? Con este avance del descontrol, esta falta de vergüenza, es un escándalo escuchar las contestaciones de los críos, cachorros que se creen gatos porque tienen cuatro patas y una cola, reclamando lugares que no les pertenecen. No, m'hijito, ser gato es otra cosa.

Un verdadero gato tiene decoro, tiene pundonor, tiene consideración por sus mayores, tiene actitud felina. Un verdadero gato tiene generosidad, maneja las situaciones con altura y no se deja llevar por la emoción del momento. Un verdadero gato enfrenta las vicisitudes de la vida con valentìa y la cabeza bien alta, con el orgullo de pertenecer a una especie superior, con GATUNIDAD.

¡Adónde se ha visto tanta impertinencia! Creo que voy a empezar a escribir un manual para madres, para que eduquen a sus cachorros en el camino del respeto y el decoro gatunos. Ya no se aguanta esta situación, haré lo posible para que, por lo menos las próximas generaciones, recuperen algo de la entereza que solían tener los gatos cuando yo era una jovencita, hace más de cinco años.

Nada de improperios irrespetuosos, nada de impertinencias. Nada de reclamar lugares como si les pertenecieran por derecho propio.
Que les quede claro, delincuentes juveniles: TODAS LAS CAJAS SON MÍAS.







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11 comentarios:

  1. Por fin, alguien tratando de traer el orden a esa casa. Diga que sí, Capitana Kitty, meta usted en vereda a estos jovenzuelos de hoy en día que, a la que pueden, se desmadran y pierden la compostura y el decoro.
    Ya no hay respeto por las canas... digo, la jerarquía, ni nada que se le parezca ¿ve usted? Estos jovenzuelos son unos descarados y merecen una buena dosis de orden y disciplina. Duro con ello (y con ellos), Capitana.

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    1. Totalmente de acuerdo, Humano Don Abuelo, voy a publicar el manual porque las madres gatas han perdido la noción de lo que es educar a sus cachorros, y aquí vemos las consecuencias.

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    2. ¡Eh, Don Abuelo! ¿Usted de qué lado está? (Caba Primera Pili)

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    3. Cuando la Capitana tiene razón, la tiene, y no hay más vuelta de hoja, Caba Primera.

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    4. ¡UFA! (Pili se va haciendo pucheritos gatunos)

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  2. A pesar de que soy bastante... ejem... madurita, y con la colorada no somos precisamente amigas, esta vez me voy a poner del lado de los jóvenes, porque YO TAMBIÉN HE SIDO JOVEN y disfruté de correr papelitos y acechar a las mariposas. Y como ve, Capitana, soy una gata con toda la GATUNIDAD que corresponde a nuestra especie superior. Señora Pupy

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  3. Ah, y no lo maltrate a Balou, que a pesar de su juventud, es un caballego y sabe tgatag a una dama. ¡Es mi hégoe! Señora Pupy

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    1. Mi estimada Señora Pupy, corretear y juguetear no está mal. Pretender ocupar espacios de otra gata (especialmente si esa gata es mayor) y faltarle el respeto está MUY mal, pog más caballego que se sea. He maullado.

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    2. ¡Oh Mon Cherie! ¡Hablas fgancés!

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    3. Hooooolaaaaa Balouuuu... Si te guefeguís a mí, sí, he apguendido un poco, paga que haya mejog comunicación entgue nosotgos dos. Beso en los bigotes. Señora Pupy

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    4. ¡Oui Mon cherie! Me conmueves. Te envío un abgazo de cola entguelazada

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