lunes, 13 de octubre de 2014

Como conocí a mi humana - Hoy: Kitty


Bueno, por dónde empezar... 
Mi humana y yo estamos conectadas. Es así de simple. No importa cuántos mocosos o perros se quieran meter en el medio, ella se resfría y yo estornudo. De verdad.

Nos conocimos una noche de noviembre, hace casi siete años (por eso mis registros tienen fecha 06.11.17, seis años, once meses, diecisiete días que nos conocemos). Ella volvía de un cumpleaños y escuchó maullar "un gatito" en su cocina. Pensó que le habían tirado uno en su jardín, pero salió y no encontró nada. 

Enfrente, un vecino corría con un trapo blanco por su propio jardín a oscuras. Mi humana cruzó y, sin sorprenderse, se enteró de que "había un gato" en la casa del vecino. Ella le dijo que se lo diera, que se lo llevaba.
Encontrar un gato negro que quiere esconderse en un jardín a oscuras no es fácil, pero finalmente me agarraron y mi humana me bautizó Kitty Star. Dijo que, como Susana o Marilyn, yo era una estrella y no necesitaba tantos apellidos como su perro. 

No estaba en sus planes tener un gato, así que no tenía bandeja de piedritas ni comida adecuada, me dio un poco de carne picada y me armó una bandejita de tierra que usé como una reina educada que soy. Entonces tenía unos tres meses y fue amor a primera vista

 KITTY - Noviembre de 2007

Esa misma noche conocí al perro que ya vivía en el patio y, luego de algunas rispideces, nos llevamos bien. Y por supuesto, esa misma noche dormí con ella en la cama.
Al día siguiente me compró una caja con piedritas, un platito para comer y otro para el agua, ese fin de semana me llevó a vacunar y yastá. Me instalé permanentemente.

Cuando me agarró mi primer ataque sexy me llevó a operar, pero no hice el escándalo de esa colorada, me porté como una dama. Estar operada me permitía salir a recorrer los techos, me encantaba subirme y defender mi territorio contra los otros gatos del barrio... ¡Ah, qué locuras de juventud! Hoy apenas salgo al patio a tomar sol y me subo al arbolito como para despuntar el vicio.

Estuvimos tranquilas varios años, sin un si ni un no ni un miau de más... Y de repente la ingrata decidió que una gata no era suficiente y empezó a meter felinos a la casa.
A MI casa. ¡Pssssss! ¡Habrase visto! ¡Adios vejez tranquila!
Estos mocosos no saben con quien se meten, la experiencia vale más que la tontera juvenil.



2 comentarios:

  1. Kitty
    Hermosa historia la tuya . Creo que adaptarse a convivir con una especie distinta no resulta sencillo .
    Hasta que surge entre ellos y nosotros una conexión muy intuitiva de la que nacen afectos eternos ,incondicionales y absolutos.
    Desde la perspectiva humana, somos niños que nunca crecemos jajaj! Pobrecitos !
    Pero si eso los hace felices , no los vamos a contradecir....
    Aman que los esperemos . La espera puede ser de horas o de días , pero
    siempre estamos ahí .
    No nos gusta compartirlos y menos con mocosos ,pero no queda alternativa

    Oli Olivia

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  2. Gracias por los comentarios, Olivia. Mi humana y yo nos adoptamos mutuamente hace años, y hasta que ella me metió los cuernos, todo iba bien. Aún así, la perdono y la dejo dormir junto a mí en mi cama, siempre y cuando los otros gatos queden del otro lado o, mejor, fuera de la cama. Soy toda amor y paz, una víctima de las habladurías malintencionadas de las lenguas viperinas felinas.

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